Iglesia Evangélica Bautista de Flores

Reflexiones

¿Y LAS OTRAS 4 PIEDRAS?

Reflexiones breves de inicio de semana

Por Sergio Daniel López

lunes 3 de octubre de 2022

Una de las más llamativas historias de la Biblia es la del encuentro entre David y Goliat (1 Samuel 16).

Este relato está lleno de aspectos interesantísimos, y esencialmente nos cuenta que mientras los ejércitos israelitas y filisteos estaban enfrentados, y a punto de comenzar una batalla que seguramente sería muy destructiva y sangrienta, aparece un soldado filisteo llamado Goliat que se burlaba de Dios y de su pueblo. Confiado en su experticia como guerrero y en su potencia y envergadura física (su estatura era cercana a los 3 metros), dijo: “¿Por qué no escogen a alguien que se me enfrente?  Si es capaz de hacerme frente y matarme, nosotros les serviremos a ustedes; pero, si yo lo venzo y lo mato, ustedes serán nuestros esclavos y nos servirán. ¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Elijan a un hombre que pelee conmigo!” (v. 8-10).

La respuesta de los soldados israelitas fue de un silencio vergonzoso. Nadie se atrevía a enfrentar a semejante enemigo, pero aquí aparece David, quien, siendo aún muy joven para la guerra, se había acercado al lugar sólo para llevar provisiones para sus hermanos que formaban parte del ejército. Al saber lo que ocurría con este filisteo, se sintió indignado y se ofreció para pelear con él.

Hubo muchos intentos de las personas por detenerlo, sin embargo, nada lo hizo desistir de su idea, y equipado solamente con un bastón y una honda, se acercó al margen de un río de donde tomó 5 piedras. Luego se dirigió hacia donde estaba el gigante diciéndole: “Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien has desafiado” (v. 45).

El gigante, desbordado por su furia comenzó a correr hacia David, pero éste, anticipándose, tomó una piedra, la puso en su honda, y “se la lanzó al filisteo, hiriéndolo en la frente. Con la piedra incrustada entre ceja y ceja, el filisteo cayó de bruces al suelo. Así fue como David triunfó sobre el filisteo: lo hirió de muerte con una honda y una piedra, y sin empuñar espada, se la lanzó al gigante hiriéndole en la frente.” (vs. 49-50)

Siempre me pregunté: ¿para qué sirvieron las otras cuatro piedras que juntó David?

Jugando con mi imaginación, como si yo pudiera ponerme en el lugar de David luego de que todo esto pasó, que las pulsaciones bajaron, cuando las emociones ya decantaron, poniendo mi mirada en esas cuatro piedras que no fueron utilizadas, me aparecen dos pensamientos que me llenan de gozo:

– Primeramente, esas cuatro piedras me hablan acerca de que Dios puede hacer lo imposible con lo mínimo… David no necesitó cinco piedrazos para vencer al gigante, porque Dios usó una sola piedra y la hizo impactar en el lugar correcto y del modo correcto para que su pueblo tenga la victoria.

– Y en segundo lugar, esas piedras también me traen la idea de que Dios nos incluye en su obra. Una de las cinco fue lanzada y utilizada por Dios. Aunque el gigante desafiaba a su pueblo, sólo apareció el obrar poderoso de Dios cuando hubo un David, que se movilizó en fe y se animó a tirar la piedra.

Que Dios nos de la fe y la valentía de David, para poder enfrentar activamente nuestras adversidades en la confianza en que él nos acompaña con sus recursos poderosos.

Te mando un fuerte abrazo.

Sergio