No nos resulta desconocido que gran parte del mundo vive un clima de gran tensión. Si bien es cierto que las situaciones de cada región son diferentes entre sí, existe una realidad bastante generalizada de disconformidad en relación a las acciones y manejos de los gobiernos a través de sus líderes.

Escuchamos que hay quejas por las políticas económicas, por las perspectivas ideológicas, por las decisiones sanitarias, por el avasallamiento de los derechos humanos, por la injusticia social, por el estado de inseguridad, por la discriminación, por el descuido de la ecología, y por una cantidad de aspectos casi interminable.

Obviamente que es justo que las personas expresemos nuestras insatisfacciones. También, que podamos exigir el cumplimiento de las promesas electorales y de los deberes de nuestros funcionarios y gobernantes, y especialmente, es muy bueno que nos manifestemos con libertad a través de nuestros votos (tal como lo haremos el próximo fin de semana en la Argentina con las elecciones legislativas).

Pero si nuestra actitud es la de depositar nuestras esperanzas en las personas (políticos, líderes, etc.) corremos el riesgo de sufrir, una y otra vez, una gran decepción.

Dice el Salmo 118:8-9, “Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en el hombre. Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos.”

Pero ¿qué significa refugiarse en el Señor? Es, de alguna manera, desistir de esperar y sufrir por lo que los otros no hacen, no cuidan, no atienden, no satisfacen, para fundar nuestra esperanza sólo en Dios.

Es tiempo de elecciones, y cada uno de nosotros puede definir, no sólo respecto de quién gobierne ahora, o quién lo haga más adelante… sino que es un momento oportuno para elegir con la mira en quién podrá ser garante de nuestra esperanza.

Si depositamos nuestra esperanza en Dios, dice en Romanos 5:5-8 que “esa esperanza no acabará en desilusión. Pues sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro corazón con su amor. Cuando éramos totalmente incapaces de salvarnos, Cristo vino en el momento preciso y murió por nosotros, pecadores.”

La decisión de depositar nuestra confianza en Dios y recibir el regalo de la gracia de Jesucristo es la mejor elección que podemos hacer para que nuestras esperanzas de bienestar y paz puedan ser cumplidas.

Te mando un fuerte abrazo.

Sergio Daniel López