Reflexiones
¡QUE DIFÍCIL SE ME HACE…!
Reflexiones breves de inicio de semana
Por Sergio Daniel López
Una de las canciones más reconocidas del amplio repertorio de obras del compositor y cantante argentino Alejandro Lerner lleva por título: “Todo a Pulmón”. En uno de sus pasajes, esta canción dice: “Que difícil se me hace cargar todo este equipaje, se hace dura la subida al caminar; esta realidad tirana que se ríe a carcajadas porque espera que me canse de buscar”.
Creo que todas las personas conocemos algo acerca de este sentir que el poeta intenta describir en su canción. Por un lado, la de una realidad que tiene cualidades particulares, que es externa a nosotros, y que describe como la “la realidad tirana”, y por otro, una realidad de carácter interno que se da como consecuencia de lo anterior: la sensación de sobrecarga, el sentimiento de cansancio y el riesgo de rendirse.
Verdaderamente muchas podrían ser las circunstancias por las cuales podemos llegar a sentirnos de este modo (cansados, fatigados, y con deseos de abandonar nuestras búsquedas); la enfermedad, la carencia afectiva, la soledad, la injusticia, el desprecio, etc.); y la falta de perspectivas visibles de algún tipo de cambio en nuestra realidad, van minando nuestras esperanzas y nuestras fuerzas, y frecuentemente podrían ponernos al límite de renunciar a nuestros proyectos, a nuestras metas y hasta a nuestros valores.
Pero quiero recordarte que, en medio de estas circunstancias, tenemos una posibilidad totalmente transformadora de la realidad presente que experimentamos y de toda nuestra perspectiva a futuro. Dice en Isaías 40.29: “El Señor da fuerzas al cansado, y aumenta el vigor del que desfallece”.
Este pasaje, y muchísimos otros a lo largo de la Biblia, nos posibilitan el reconocimiento de algo tremendamente esperanzador: Dios tiene el poder para renovar nuestras fuerzas debilitadas o agotadas, y, además tiene el deseo de hacerlo. De alguna manera, somos invitados a acercarnos a Él para acrecentar nuestro vigor cuando nos sentimos impotentes, porque él multiplica las fuerzas, aún de quien ya no tiene ninguna.
En las circunstancias donde la constante parece ser el esfuerzo interminable y agotador que va minando las esperanzas y nos direcciona hacia la derrota; o cuando las situaciones o las personas se nos enfrentan como gigantes que parecen doblegarnos, Dios se ofrece como garante de nuestra fortaleza.
¡Si nos acercamos a él, ya no se tratará de transitar la vida “a puro pulmón”, sino “¡a puro poder!”.
Por lo tanto, “Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante ellos, pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará.” (Deuteronomio 31:6).
Deseo que tengas una bendecida y victoriosa semana en la fortaleza de Dios.
Te mando un fuerte abrazo.
Sergio.