Iglesia Evangélica Bautista de Flores

Reflexiones

PANDORA Y LA ESPERANZA

Reflexiones breves de inicio de semana

Por Sergio Daniel López

martes 26 de julio de 2022

Supongo que casi todos conocen el refrán popular: “Lo último que se pierde es la esperanza”. Este dicho nos llega a nuestros días como algo que tiene que ver con el aliento.

Sin embargo, su significado inicial era muy diferente. Encontramos la raíz de este dicho en la mitología griega con el relato de Pandora. Sintéticamente, Pandora recibe una caja cerrada (“La Caja de Pandora”) en cuyo interior estaban todos los males. Pandora, movilizada por su gran curiosidad, desconociendo su contenido, decide abrir la caja. Cuando comienza a ver que salían de la caja todas las desgracias de la humanidad, vuelve a cerrarla rápidamente, quedando solo la última de ellas: la “Esperanza”. De allí, entonces, el dicho: “Lo último que se pierde…”.

Para los griegos, la esperanza era algo de connotación negativa, y la concebían como un estado de ánimo pesimista y contrario a la confianza. Desde su perspectiva, consideraban que quien descansa en la esperanza se inclina a la pasividad y la resignación ante las circunstancias adversas, abandonando el uso de los propios recursos de acción y solo esperando que algo suceda. Séneca (filósofo del Siglo I) decía: “Nuestra naturaleza está en la acción. El reposo presagia la muerte”. Es decir que, desde esta perspectiva, la esperanza podría llevar a la inacción, y la inacción a la muerte.

Pero también podemos decir que no hay posibilidad de desarrollar ningún proyecto, sea cual fuere éste, si no se posee la “esperanza” de poder concretarlo. Pero lo tremendo de esto es que nuestra esperanza será tan limitada como lo somos nosotros.

Por más que confiemos en nuestros recursos, no tenemos ninguna seguridad acerca de poder controlar todos los factores en juego, y especialmente, el tiempo y la vida. Entonces, vemos que “el mal”, en este caso, no es “la esperanza” en sí misma (tal como lo veían los griegos en la antigüedad, o como lo concibe alguna filosofía y psicología actual); el problema es nuestra propia finitud, es decir, nuestras propias limitaciones.

Cuando somos conscientes de que nuestras capacidades humanas son finitas entonces la esperanza podría dejar de tener sentido, pues podemos esperar lo que jamás podría ocurrir.

Pero hay una realidad diferente cuando Dios es parte de nuestra vida, porque en él, podemos saber exactamente qué podemos esperar sin ningún temor a frustrarnos.

El escritor de la carta a los Hebreos, nos dice: “Mantengámonos firmes sin titubear en la esperanza que afirmamos, porque se puede confiar en que Dios cumplirá su promesa.” (Hebreos 10.23)

Probablemente Dios nunca haga lo que nos toca a nosotros hacer, por eso nuestra esperanza no puede ser pasiva, pero la diferencia es que él sí puede hacer todo aquello que nosotros no podemos hacer. Y el ejemplo más grande lo podemos observar directamente en la escena de la muerte de Jesús. Allí se encontraban sus discípulos (quienes habían dejado todo lo que tenían con el objetivo de seguir al Señor en su ministerio).

Sin embargo, Jesús fue arrestado, juzgado en un juicio injusto, asesinado en una cruz, sepultado en una tumba custodiada con guardias de seguridad y sellada con una piedra enorme que tapaba la entrada. Todo estaba terminado. Ya no había nada por esperar desde las posibilidades humanas… Cualquiera diría: “Ya no hay caso, ya no hay esperanza, no tiene sentido esperar nada más.” Pero se trataba de Dios, y cuando Dios está en medio, cualquier cosa inesperada puede suceder.

Dice en Mateo 28.2-6: “¡De repente, se produjo un gran terremoto! Pues un ángel del Señor descendió del cielo, corrió la piedra a un lado y se sentó sobre ella. Su rostro brillaba como un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve. Los guardias temblaron de miedo cuando lo vieron y cayeron desmayados por completo. Entonces, el ángel les habló a las mujeres: ‘¡No teman! -dijo-. Sé que buscan a Jesús el que fue crucificado. ¡No está aquí! Ha resucitado…’

Como te decía, cuando se trata de Dios, cualquier cosa inesperada puede suceder… ¡los guardias pueden caer desmayados, la piedra que no deja salida puede removerse, y hasta lo que está muerto puede volver a la vida!

“¡Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo por la resurrección de Jesucristo! Esto nos da una esperanza viva.” (1 Pedro 1:3)

Que Dios nos permita permanecer y desarrollarnos plenamente, activos en la confianza en nosotros mismos, pero especialmente sostenidos en la esperanza viva que es en Cristo Jesús.

Te mando un fuerte abrazo

SERGIO