Reflexiones

MÁS QUE PALABRAS
Reflexiones breves de inicio de semana
Por Sergio Daniel López
Al sentarme a escribir esta reflexión pensaba en cuántos y quiénes serían sus lectores. Si bien es conocida la lista de personas a las que les llega de manera directa esta meditación de cada lunes, también sé que algunos lo reenvían y comparten de varias maneras y así se produce una cadena sorprendente e imposible de imaginar.
Esta dinámica maravillosa se da por la cantidad de medios disponibles que hacen que cualquier persona pueda expresar sus ideas y de manera muy sencilla (con el solo hecho de publicarlas en las redes), trascender a sus vínculos directos.
Nuestra cotidianeidad está invadida de palabras, discursos y pensamientos que en ocasiones nos sirven para estar informados, o para ampliar nuestro conocimiento acerca de algo específico, aunque la mayoría de las veces pasan inadvertidas por carecer de sentido o de valor para nosotros.
Pero hay algo muy diferente entre lo que pasa con las “palabras de los hombres y mujeres”, a lo que podría pasar con las “palabras de Dios”.
En 1 Tesalonicenses 2.13, el apóstol Pablo alentaba a los creyentes de Tesalónica por el modo especial de vincularse con la palabra de Dios, y les dice: “Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibisteis la palabra de Dios, que oísteis de nosotros la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis.”
Pablo estaba reconociendo y valorando la cualidad del tipo de escucha con la cuál oyeron la palabra de Dios, no como si fuera cualquier otra palabra de hombres sino como la palabra que, por el hecho de ser de Dios, es digna de ser creída y puede verdaderamente transformar sus vidas (“…la cual también hace su obra en vosotros los que creéis.”).
Se me imponen algunas preguntas: ¿cómo leemos, escuchamos, meditamos en la palabra de Dios?… ¿lo hacemos simplemente como si fuera un discurso entre miles, que pasa de largo, que al final del día ni lo recordamos, y casi nunca produce un cambio en nuestras vidas?
Pablo compartía con pasión el evangelio (el “buen mensaje”, “buenas noticias”) porque la palabra de Dios es mucho más que “buenas palabras” y “buenas noticias”. El evangelio es “poder de Dios para la salvación de todos los que creen” (Romanos 1.16)
Dice la Biblia en Santiago 1.22-25: “No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. El que escucha la palabra, pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo y, después de mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo es. Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla.”
Mi deseo es que podamos cada día acercarnos a la palabra de Dios de un modo diferente al que comúnmente utilizamos al leer cualquier otro texto humano, y que podamos abrir nuestro corazón a recibir el mensaje de la palabra de Dios con un deseo y una disposición tal que pueda impactar y bendecir nuestra vida con el poder salvador y transformador que ésta tiene.
Te mando un fuerte abrazo.
Sergio