“¿Me podés decir cuál es la clave de wi-fi?…

¿Vos tenés señal?…

“¡Che, acá no hay internet!… son algunas de las frases que decimos y escuchamos con mucha frecuencia cada día.

Internet se transformó en un medio esencial para gran parte de las actividades y la comunicación humana, y muchos de los problemas de nuestro tiempo se originan en la pérdida de la conectividad.

De hecho, el lunes pasado, esta reflexión semanal no pudo ser difundida en el horario habitual por una situación que tuvo a muchas personas de todo el mundo en estado de alerta y complicación: se cayó Whatsapp a nivel mundial. «El servicio de mensajería reportó problemas en distintas partes del mundo. La empresa registró la caída del servicio tanto en países de Latinoamérica, como del continente europeo” (telefe, 4/10/2021); “Los servicios de Whatsapp, Facebook e Instagram estuvieron caídos por más de siete horas” (la nación, 4/10/2021).

En el día de ayer, en medio del primer culto matutino en la Iglesia Bautista de Flores, un corte de internet de unos 7 minutos dejó sin posibilidad de participación a aquellos que seguían la reunión por Zoom; y hoy mismo, lunes 11 de octubre, podemos leer en las noticias que: “Una falla masiva de Internet afectó a millones de usuarios en Argentina. El servicio de Internet en Argentina se vio afectado en la tarde de este sábado por fallas en la conectividad que brindan los proveedores internacionales a empresas de todo el país” (Infobae, 11/10/2021)

Podríamos describir muchísimas situaciones de este tipo que se dan diariamente, y en todos los ámbitos, con consecuencias de menor o mayor envergadura.

Pero, así como la caída de las señales de internet o el mal funcionamiento de las diferentes aplicaciones y redes sociales podrían traernos complicaciones, existe una “red a la que jamás se le cae la señal”, y es la de la Oración. Dice Dios: “Ustedes me llamarán, acudirán a mí en oración, y yo los escucharé”_(Jeremías 29:12). La oración es un medio directo y seguro de comunicación con Dios. Leemos en el Salmo 145.17-19“Dios mío, tú siempre cumples tus promesas y todo lo haces con amor. Siempre estás cerca de los que te llaman con sinceridad. Tú atiendes los ruegos de los que te honran; les das lo que necesitan y los pones a salvo.”

Lamentablemente, muchas veces usamos la oración sólo como una costumbre aprendida que no nos compromete en lo más mínimo; otras veces, la utilizamos para “demandarle” a Dios que se haga cargo de resolver nuestras dificultades.

Pero la oración es mucho más que un simple ritual o que un recurso de primeros auxilios. La oración es la posibilidad que tenemos las personas de estar en la misma presencia de Dios para poder compartir nuestras cargas con nuestro amante creador quien escucha las palabras y atiende las necesidades de quienes se acercan con genuinidad y compromiso (“Siempre estás cerca de los que te llaman con sinceridad. Tú atiendes los ruegos de los que te honran”).

A Dios “jamás se le cae la señal”, por lo tanto, no hay riesgo de incomunicación con Él para quienes nos acercamos de modo honesto a compartir nuestras necesidades.

Por ello, en esta semana te invito a que estemos plenamente conectados con Dios de una manera honesta y comprometida de modo que él pueda ser parte de cada momento de nuestro día con su presencia, compañía y ayuda.

Te mando un fuerte abrazo.

Sergio Daniel López