Iglesia Evangélica Bautista de Flores

Reflexiones

El Fin de la Sequía

Reflexiones breves de inicio de semana

Por Sergio Daniel López

lunes 31 de enero de 2022

Hace unas tres semanas, fuimos invitados por unos amigos a pasar unos días en su campo en la zona de Brandsen (Pcia. de Buenos Aires). Allí, disfrutamos de un tiempo precioso de descanso, de contacto con la naturaleza, y también de una hermosa amistad.

Durante esos días fueron muchos los temas de nuestras conversaciones, pero hubo uno que fue realmente fue el protagonista: la sequía. Habían pasado meses de la última lluvia, y la tierra estaba llena de grietas, el césped se había vuelto color amarillo, y ya no quedaba casi ninguna zona que pudiera servir para que se alimente el ganado.

Fueron días en los que la temperatura llegó a 42°C, y era constante ver aparecer nubes de humo debido a los incendios que espontáneamente se encendían en los campos secos… A los pocos días, viví una experiencia bastante parecida, pero con mis hermanos del equipo pastoral en un campo en Entre Ríos. Los sembrados estaban descoloridos por la falta del agua, y el riesgo de pérdida total de los cultivos era inminente… pero al fin, después de mucho tiempo, ¡apareció la lluvia!!!

Fue impactante ver cuán rápidamente todo comenzó a reverdecer, y la vida volvió a brotar con mayor esplendor.

Recordé una vez más el pasaje bíblico del libro de Joel que, “coincidentemente”, había utilizado unos días antes en un mensaje en la iglesia: “Los campos yacen devastados, reseca está la tierra; han sido arrasados los cereales, se ha secado el vino nuevo y agotado el aceite. Séquense también ustedes, labradores; giman, viñadores, por el trigo y la cebada, porque se ha perdido la cosecha de los campos. La vid se marchitó; languideció la higuera; se marchitaron los granados, las palmeras, los manzanos, ¡todos los árboles del campo! ¡Y hasta la alegría de la gente acabó por marchitarse!”. (Joel 1.10-12)

Muchas veces las personas también vivimos en “sequía”. Nuestras vidas se tornan muy poco fructíferas, intrascendentes. Nos ocupamos de lo individual, y todos nuestros esfuerzos se destinan a la supervivencia o a la acumulación; pero en ambos casos, la sensación de sin sentido acecha permanentemente, y podemos llegar a preguntarnos: ¿esto es todo?… ¿es para esto que estamos sobre la tierra?…

Sin embargo, al igual que es imprescindible para los cultivos, Dios nos quiere proveer de una lluvia que es indispensable para nuestra vida. “…Y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite.” (Joel 1.10-12 y 23-24).

La sequía que muchas personas vivimos es aquella que se da cuando nos alejamos de Dios. Por eso Jesús decía: “Pero todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás. Esa agua se convierte en un manantial que brota con frescura dentro de ellos y les da vida eterna.” (S. Juan 4.14)

Cuando acudimos a Jesús, la vida cobra otro sentido. En principio, porque él restaura nuestro propio terreno, pero además, porque nos nutre de tal manera que nuestra vida comienza a trascender en frutos que transforman todo alrededor nuestro.

Deseo que en esta semana podamos recibir la lluvia fresca y reparadora de Jesucristo, y que aferrados a él podamos disfrutar y compartir con otros de ese manantial en medio de tanta sequía.

Te mando un fuerte abrazo.

Sergio