Reflexiones
DAR EL PRESENTE
Reflexiones breves de inicio de semana
Por Sergio Daniel López
En Argentina, durante el mes de marzo se inicia casi en simultáneo en todos los centros educativos del país el ciclo lectivo anual. Retomando mi actividad como docente, me encontré con una tarea simple pero que debo realizar en cada clase con cada grupo: tomar registro de asistencia a los estudiantes.
Como imaginan nombraré a cada estudiante, y probablemente reciba como respuesta un: “acá estoy”, o tal vez un: “presente, profesor”.
En el ámbito educativo, “dar el presente” es solo manifestar la presencia física en el espacio del aula, pero sabemos muy bien que eso no garantiza que ese estudiante esté allí, realmente “siendo y viviendo” ese presente de la clase (de ese lugar y ese momento) porque sabemos que su mente puede estar en cualquier otro lado.
Si esa “falta de presencia” del estudiante se sostiene en el tiempo se comenzarán a manifestar consecuencias negativas, aun cuando nunca haya estado ausente en ninguna clase a lo largo de la cursada.
Del mismo modo, este fenómeno puede replicarse en cada uno de nosotros y en cualquier circunstancia. Por ejemplo, podemos estar cenando junto a nuestra familia, pero con nuestra mente comprometida totalmente en las tareas que debemos realizar al día siguiente. De manera que todos ven nuestra presencia física, pero sienten la ausencia de nuestra atención y nuestra afectación.
Nuestro estado podría parecerse más al de un mueble, o un robot, que al de una persona, e indudablemente esto (tarde o temprano) tendrá secuelas visibles y dolorosas en nuestras relaciones y en toda nuestra vida.
Podría ser que un hijo/a nos diga de su soledad por no poder contar con nosotros, o una novia/o decirnos que ya no tiene sentido seguir la relación, o un amigo/a decidir alejarse cansado de nuestra falta de atención a él/ella.
Del mismo modo, podría pasarnos que, habiendo perdido una oportunidad tras otra, nos quedemos sufriendo por no haber aprovechado el tiempo, o por no haber tomado las decisiones correctas en el momento oportuno; y ya de nada servirá lamentarnos diciendo: ¿cómo fue que pasó esto?, ¿cómo es que no me di cuenta?, o ¿dónde estaba yo cuando esto ocurría?, porque ya será tarde.
Podemos vivir una vida de “presentes llenos de ausencia” pero, si es así, no podremos evitar enfrentarnos después con lo irremediable de que el tiempo pasó y ya no podemos volver atrás a recuperar nada.
En la Biblia encontramos una oración muy interesante que dice: “Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría.” (Salmo 90:12)
Dios nos dotó de auto conciencia para que desarrollemos una vida con sentido. No nos diseñó como autómatas, sino con la capacidad de estar presentes y elegir (decidir, definir) acerca de cómo vivir sin perder las oportunidades que tenemos.
Por eso, la pregunta que es urgente hacernos es: ¿Cómo estamos viviendo nuestra vida?
Podemos andar corriendo detrás de acciones y proyectos que parecen muy valiosos, pero que, sin quererlo, dejemos vacío nuestro presente, desperdiciando muchas oportunidades reales de crecer de modo integral y vivir una vida llena de sentido.
Un querido amigo compuso una muy bella canción que en una de sus frases también hace una oración a Dios diciendo: “enséñame a vivir de tal manera que mañana no tenga que reprocharme el ayer”.
Ésta también es mi oración para mí y para vos, y es la invitación a un compromiso que nos permita vivir nuestra vida con sabiduría, con la ayuda de Dios.
Te mando un fuerte abrazo.
Sergio