Reflexiones
ALEGRÍA, A PESAR DE TODO
Reflexiones breves de inicio de semana
Por Sergio Daniel López
La alegría es una emoción agradable o “positiva”, que se produce como respuesta a un suceso que percibimos como deseable y placentero. Algunas palabras que son cercanas a la palabra alegría son animación, entusiasmo, gozo, risa, etc.
Tal como el resto de todos los sentimientos humanos, la alegría puede ser dependiente de muchísimos factores, y si le preguntáramos a 10 personas cuáles son las cosas que le traen alegría, seguramente tendríamos 10 respuestas diferentes.
Las personas no nos sentimos alegres por las mismas cosas. La alegría depende, conjuntamente, de “qué nos sucede externamente” (nuestras circunstancias) y de «quienes somos», es decir, lo que nos sucede internamente (nuestra singularidad, identidad, valores, deseos y necesidades).
Al pensar en qué cosas nos traen alegría, es probable que nuestra conciencia se direccione hacia diferentes lugares. Por ejemplo: alguna persona o vínculo, ciertas actividades, la realización de proyectos y el alcance de los logros personales, etc.
También es posible que pensemos en la alegría pasada, en la alegría perdida y que recordamos con gran nostalgia.
Está estudiado que vivir con alegría (con lo que representa fisiológica y psicológicamente) contribuye al bienestar pleno y saludable. La alegría hace que disminuya el estrés, mejora nuestra autoestima, nos da mayor confianza y fortaleza para afrontar la vida, nos aporta mayor energía y nos ayuda a un mejor rendimiento en nuestras tareas, mejora la barrera inmunológica del organismo, incrementa nuestra motivación, ayuda a combatir el dolor, nos ayuda a descansar mejor, etc.
Ahora, también es cierto que en ocasiones se nos hace bastante difícil vivir con alegría… ¿Cómo lograrlo cuando vemos que el mundo está en caos, el país está en crisis, los vínculos se rompen, la enfermedad acecha, y las circunstancias parecen tan adversas?
Recuerdo la frase de una vieja canción que cantábamos en la iglesia que decía: “La alegría está en el corazón de aquel que conoce a Jesús…”
Si bien todas las personas conocemos y experimentamos la alegría, independientemente de ser religiosos, creyentes, con una vida de fe, o todo lo contrario, con el tiempo descubrí la profundidad detrás de esta letra.
Dice en el Salmo 4.7. “Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría, alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia.”
El salmista nos da a entender que hay dos tipos de experiencias de alegría, que son diferentes entre sí. Por un lado, la alegría del trigo y el vino en abundancia, es decir, la que es dependiente de lo externo. Es el disfrute de lo que nos sacia (o emborracha) momentáneamente, pero que cuando las circunstancias se ponen adversas, tiende a desaparecer. Sin embargo, existe otra alegría que es mencionada como “mejor” (es más plena, más profunda y más estable) porque se vincula con la participación y la presencia (también plena, estable y permanente) de Dios en nuestras vidas.
Es la experiencia a la que nos invita Dios a través de su Palabra en muchos pasajes, y se subraya en el Salmo 16.11: “Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.”
Deseo que en esta semana podamos experimentar una nueva y mejor forma de alegría, fundamentada en la obra y la presencia eterna de Dios con nosotros.
Te mando un fuerte abrazo.
Sergio.